Por: Eduardo Lastra D. (*)
En términos generales podemos decir que fracasar es no lograr lo que uno se propone. Puede tratarse de un objetivo preestablecido o de la búsqueda de la satisfacción de una determinada necesidad.
Por supuesto que un fracaso nos lleva a sentirnos mal. A ese estado anímico lo llamamos frustración, la misma que tendrá varias reacciones. La primera, es agrediendo o atacando a lo que consideramos como causante de nuestro fracaso. La segunda, es agrediéndonos a nosotros mismos. La tercera, buscando justificaciones a nuestro fracaso. La cuarta, compensando lo que no pudimos obtener. Finalmente, podemos hacer un análisis sincero de por qué no obtuvimos lo que lo nos proponíamos y tomaremos nuevas decisiones.
La verdad que será imposible que cada uno de nosotros logremos todo lo que queremos y que por eso tendremos múltiples fracasos, en nuestros emprendimientos personales, familiares, profesionales y de negocios. Es decir, tomaremos decisiones equivocadas y cometeremos errores. Eso será inevitable. Sin embargo, siempre podemos corregirnos y tomar nuevos rumbos, tal vez con mejores perspectivas; por eso se dice que, "no hay mal que por bien no venga".
Lo que no debemos hacer, es paralizarnos o pasarnos la vida deshojando margaritas, en espera de ese momento mágico que nos asegure el éxito, la fama y la fortuna. Busquemos las oportunidades para concretar nuestros propósitos y nuestras metas. Y si no existieran, pues a crearlas, mi amigo. Recuerda que "a Dios rogando y con el mazo dando".
Saquemos lecciones de cada una de las caídas que podamos tener y volvamos a levantarnos, todas las veces que sean necesarias, para hacer mejor lo que tengamos que hacer. Al final de cuentas, esa es la experiencia de vivir.
(*) Presidente del Instituto Latinoamericano de Desarrollo Empresarial, ILADE
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